22 diciembre 2007

Más Magos que Reyes

En los bautizos, es costumbre que se tiren al aire caramelos a la salida de la iglesia. Algunos niños esperan ansiosos que el padrino empiece a lanzarlos, corren a por ellos, les quitan el envoltorio y se los comen. Otros, van recogiendo todos los que pueden, los acumulan en las manos, los guardan en los bolsillos y esperan, también ansiosos, a que se vacíe la bolsa. Cuando la lluvia de golosinas concluye, lanzan sus caramelos al aire procurando que nadie identifique su procedencia mientras observan como los demás persiguen unas chucherías, que por inesperadas, son más codiciadas que las anteriores, y disfrutan la sensación de haber prolongado la magia unos instantes.

Los únicos días que merecen la pena de las navidades, son el 22 de diciembre y el 6 enero. Sería genial dormirse después del sorteo de la lotería y despertar para ver la cabalgata. Nochebuena y Nochevieja. Esas dos noches especiales con cenas especiales. Tienes que cenar sopa, aunque no te apetezca o aunque nunca cenes sopa, seguida de no sé cuántas otras cosas especiales más. Especial, en el contexto navideño, tiene un significado muy concreto: CARO. Si es una noche especial ¿por qué no puedo cenar huevos fritos con patatas que es lo que a mí me gusta? No son lo bastante especiales. ¿Y el 25? Probablemente, uno de los días más aburridos del año. Porque el 1 de enero, todavía puedes entretenerte planificando tus nuevos propósitos para el 2008 pero ¿qué se supone que puedes hacer el 25 de diciembre? Pues eso, aburrirte.

Pero la Navidad tiene dos días mágicos y el secreto que subyace a esa magia está en la empatía. La R.A.E. lo define como la "identificación mental y afectiva de un sujeto con el estado de ánimo de otro" . Ésa es la culpable de que el día de la lotería se nos salten las lágrimas tan sólo con oír a los niños cantar los premios. Ya estamos anticipando los gritos, lágrimas, brindis y abrazos que veremos, pocas horas más tarde, en el telediario de las tres. Imágenes ante las que contendremos la emoción de nuevo. Casi se nos olvida que este año tampoco nos ha tocado a nosotros.

La misma empatía, es la que ponemos a trabajar para elegir los regalos de Reyes. Y ella a nosotros, obligándonos a meternos en la piel de la persona a la que van dirigidos. "Esto le gusta, esto no le gusta..." un ejercicio que deja exhaustas a nuestras neuronas espejo. Por eso, aunque hayamos dejado de escribir la carta a los Reyes, de dejarles turrón y de poner los zapatos, seguimos sin poder dormir el 5 de enero. Ya no se trata de imaginar cómo serán nuestros regalos sino la cara de los demás cuando abran los suyos.

Cuando un niño descubre la verdad sobre los Reyes Magos, pierde la posibilidad de creer en esa magia pero gana la capacidad de producirla. Éso si que es mágico.

¡Felices Fiestas!

09 diciembre 2007

Diciembre: Pitufa

Mis Puntos Cardinales IV: La Inteligencia.

Aprovecha que estamos congregados en torno al ordenador para lanzar la pregunta al aire: "¿Hacia qué lado gira?" y se arma la Marimorena. Gabuto: "¡A la izquierda!" Sevein: "¡A la derecha!" El hecho de que no haya acuerdo en la respuesta, ni explicación para contestaciones tan dispares, hace que nos pongamos a gritar como posesos, como si por decirlo más alto fueramos a conseguir que los demás lo vieran igual. "¡Acaba de girar! Si os fijáis bien lo veréis cuando cambie otra vez." Y ella se mata de risa. Le encanta enfrentarnos a problemas cuyas soluciones conoce, por el simple placer de entretenerse con los razonamientos pueriles de unos pobres mortales. Una mente tan despiadada sólo podía pertenecer a un profesor.

Al igual que la de los dibujos (no olvidéis que la Pitufina fue una perversa creación de Gargamel), sufrió una transformación física digna de Cambio Radical. Aquella niña delgadita y tímida, que fue una de las grandes damnificadas por la estética de los ochenta, junto con ésta que os habla, superó la adolescencia con matrícula de honor. Prescindiendo de la coquetería y superficialidad de su homónima, nuestra amiga ha conquistado a pitufos de las más variadas disciplinas, si bien ha sido Pitufo Filósofo quién ha conseguido llevarse la gata al agua y nada menos que a hacer windsurf.

Bailes de salón, yoga, masajes, francés, italiano, flamenco... no hay curso que se le resista. Ni deporte: baloncesto, voleibol, senderismo, paddle, squash... Y en cuanto logra juntar tres días libres, ya se ha ido de viaje. Tan fuerte es esta inercia, que cuando se rompe el brazo patinando está a punto de marcharse a Túnez de baja laboral. Con tanta actividad, su agenda está más apretada que la de un primer ministro, por lo que la probabilidad de pillarla alguna vez en casa es casi inexistente.

El resto de profesores descansa en verano. Pero ella no, que tiene que enseñarme a nadar. Armada de paciencia y de empatía, cada uno de mis pequeños avances responde a su esfuerzo por reconstruir su propio proceso de aprendizaje (por cierto, según Meteoro lo que hago cuando nado se parece bastante a lo que hacéis los que sabéis, así que enhorabuena de su parte). Hay muchas otras cosas que he aprendido de ella, aunque nunca se haya propuesto enseñármelas, y tienen mucho que ver con esta canción.

Te regalo unos cuantos números, que te apasionan. Los que nos unen: 10 (años de pasado sentimental en paralelo), 17 (los que nos conocemos), 31 (los que cumples) y el que nos separa: 309 (los pasos que hay que dar desde mi portal hasta el tuyo). Esa distancia que se recorre en poco más de un minuto y medio, es lo que hace que el barrio aún siga siéndolo. Por eso, seguiré llamándote al telefonillo, aunque casi nunca estés. Sé que hay otras cifras que nos separan relacionadas con nóminas, estaturas y cocientes intelectuales, pero ésas me dan igual. Me quedo con todo lo demás que compartimos, que es innumerable.
¡Ah! Y una sorpresa. Los números de Colorines que andabas buscando, están aquí.
Que cumplas muchos más... ¡Felicidades!