28 mayo 2009

Tierra llamando a Rubaki





Moi, je ne suis pas Tété, mais voilá mon cadeau.

He tenido la suerte de nacer en el medio. En el medio de mis hermanas, en el medio de mis amigas... Estoy en el centro de una constelación de estrellas a las que quiero parecerme, mis puntos cardinales que me guían y me protegen.

Desde hace algún tiempo, una centella cinco años más imprudente que yo viene de vez en cuando a agitar mi firmamento emocional con alguna frase insultantemente simple, devastadoramente cierta. Esta estrella aparentemente errante, sigue la trayectoria inequívoca de un latido. La última vez que pasó por aquí me dejó un eco susurrando en el oído ("el dolor forma parte de la vida"). Arrastrada por una corazonada, se sentó en el borde de un agujero negro, se desabrochó las dudas, se puso el alma por fuera y se tiró de cabeza a las profundidades del dolor dispuesta a morir naufragando en su propio llanto. Me asomé al abismo temiendo lo peor y cuando iba a ofrecerme a reparar su luz y llorar con ella, la encontré abrazada a la felicidad, sonriente, con los ojos cerrados, apretando los párpados con todas sus fuerzas como cuando somos conscientes de que protagonizamos un sueño inmejorable del que no queremos despertar por nada del mundo. Sin duda, el destino reserva esos regalos para los que están dispuestos a reincidir en el arte de arriesgar el corazón en aventuras temerarias.

Hoy, cumple un año más, y quiero imaginarla igual que la última vez que la vi. Por eso no voy a llamarla, no quisiera perturbar su sueño.

También puedo imaginarla en el futuro, cuando cumpla muchos años más. Entonces será vieja y aún más sabia pero seguirá siendo bella, como Emilia. Y espero que el tiempo no le arrebate ni un ápice de valentía.

Mi Amiga de más tiempo te pintó en una teja sin conocerte y poco después yo encontré dos versiones tuyas en la tienda donde te compro los regalos. Añadí el portavelas que me regalaste y ahora, todas estas imágenes, forman un coro de Niñas de Fuego que da calor a mi casa. Acudo frecuentemente a ellas en busca del valor que me falta. Y no sé si habrán tenido algo que ver pero algunas noches, yo también duermo abrazada a la felicidad y aprieto los párpados para no despertarme.

Felicidades Rubaki