03 octubre 2010

De cómo nos ilusionamos hace un año. Imaginaciones mías, el making of.

"Acérquese al portal con decisión, que nadie se imagine que va usted a hacer algo raro. Espere cerca del telefonillo con actitud relajada. Para conseguir una actitud relajada apóyese de lado en la pared dejando descansar el peso del cuerpo sobre el hombro o recline la espalda mientras mantiene las piernas cruzadas y ligeramente adelantadas. Por favor, hágalo sin caerse. Cuando vea que alguien se aproxima mire su teléfono móvil con impaciencia e incorpórese. Si es usted de los que lleva reloj, también puede mirarlo con impaciencia. Cuando la persona esté cerca súbase el cuello del abrigo o encójase de hombros fingiendo tener más frío del que tiene. Ahora atención: llega el momento para el que tanto hemos ensayado. Cuando el desconocido esté en el umbral de la puerta le mirará y le dirá "hola" o "buenas tardes". Es el momento de hacerlo. Responda educadamente y mírele con ojos de pena mientras sonríe dulcemente poniendo lo que técnicamente conocemos como: CARA DE BUENO. Si a pesar del tiempo que le hemos dedicado a esta cara usted nunca ha conseguido ponerla, no se preocupe. A la mayoría de la gente no le importa que entren desconocidos en su portal siempre que no estén pidiendo dinero, se estén inyectando heroína o lleven una carpeta por la que asome una revista titulada La Atalaya. Si consigue evitar hacer esas tres cosas lo habrá conseguido. ¿Lo ve? Una vez dentro camine despacio. Mientras el vecino abre el buzón o espera el ascensor disimule revolviendo el bolso como si buscara algo que no encuentra. Sí, quien dice bolso dice mochila. Aségurese de que ya está solo en el portal. Si descubre que no está solo sino que está con un portero, dígale que es usted amigo de alguien que vive allí y que ha quedado en dejarle una cosa en el buzón. Él intentará saber más. No se ponga nervioso, no es que sospeche de usted simplemente es que es cotilla. No mienta más de lo necesario. Evite dar muchos detalles. Si se siente acorralado ponga la cara de bueno de nuevo. Si sigue sin salirle procure al menos no poner cara de psicópata. Introduzca el sobre en el buzón. Ya está hecho. Ahora disfrute de esa sensación que le invade. Sentirá unas cosquillas que recorren todo su cuerpo mientras el corazón bombea sangre a gran velocidad. No luche por hacer desaparecer esa sonrisa de idiota que se le ha puesto. No podrá."
El jefe, del jefe de mi jefe se despierta un día con la idea brillante de reanimar las arcas públicas a golpe de abonaré de Tasa de Gestión de Residuos Urbanos. De lunes a viernes, de 9 a 5, asisto al entusiasmo que esta medida provoca en los madrileños. La llegada del frío me alerta de que hay que ponerse manos a la obra un año más y un día, yo también me despierto con una idea que dará otra vuelta de tuerca a la celebración del tercer aniversario del diván: ¡caramelos!. Ya está hecha la selección de lo que ha sonado en mi cabeza durante el año pero falta dar forma al cómo, cuándo y dónde de cada sorpresa. Se inicia una frenética lucha contra el reloj para mejorar la calidad del sonido de la psicofonía de Lilith (sin mucho éxito a pesar de recurrir a todos los programas gratuitos de edición de audio disponibles en softonic), ultimar el diseño de la portada y la contraportada y pulir cada una de las dedicatorias para que quepan todos los porqués. Por fin, el lunes 25 de octubre a las 17:15, comienza el reparto:

Al ejército de secuaces que esperaban ahí fuera a que alguien les propusiera un disparate (Coda, David, Miren, Elena, Paniwater, Lorenzo, Monsieur Rubaki...): por alargar mis brazos hasta el infinito, por acudir sin reparos a la llamada de la magia, por entregaros desinteresadamente a la causa. Ya NADA es imposible.Sofia contestó al mensaje nada más recibirlo: "Las chuches favoritas de Fernando... ¡los regalices rojos! Déjaselo en la papelería de sus padres, te doy la dirección".

Mientras esperaba en la esquina del Café Van Gogh, David ultimaba los detalles de la gymkana que iba a prepararle a Pepa con motivo de su cumpleaños sólo cuatro días después. Entre los regalos, el que estaba recibiendo en ese momento. Ladycaña sólo tendría que dar el pistoletazo de salida.
Cierta extrañeza ante semejante demanda de una clienta. Al oírle pronunciar el nombre de su hijo, ella la reconoció y él se acercó curioso. Se fue de la frutería dejando en sus rostros una expresión que se iría repitiendo como un eco en la cara de sus compinches. Sería Diego quién algún tiempo después de que sus padres le sorprendieran, se encargara de que Patricia recibiera su regalo de manos del profesor de sevillanas de su hija.

Llegó la primera a la clase de italiano pero ya había alguien esperando en el pasillo. Alguien que no venía a clase. "Soy la hermana de Vanesa ¿puedes darle esto?"

Había hecho todo lo que había visto hacer a los demás. Se descalzó y pasó en silencio a integrar la hilera humana que señalizaba el camino desde la puerta al mostrador de recepción. Vió pasar gente con pantalones naranjas y camisetas amarillas. Y dos cabezas rapadas. Tres. Se echó mano a la coleta temiendo por su integridad. Cinco minutos allí eran suficientes para poder afirmar categóricamente que ese centro de yoga era una secta de manual. Preguntó a la chica de la recepción si podrían entregar aquel sobre a Bea, sin darse cuenta de que una secta que se precie debe proveer a sus adeptos de un nombre en clave con el que iniciar una nueva vida y que por más que repitiera el nombre y lo acotara estrechamente con los dos apellidos, aquella información resultaba absolutamente inútil para su interlocutora. No consiguió que la recepcionista empatizará con ella lo más mínimo pero de algún modo, le hizo entender que la única forma de perderla de vista era hacerse cargo de ese sobre. Después, la recepcionista (o alguien que se le parecía muy poco) telefoneó a Bea y le advirtió de que debía pasar a recoger algo que alguien había dejado allí para ella.
La camarera del Valorio avisó a su jefe. "Quieren dejar algo aquí para las chicas de la Federación de Sordos". Él se asomó. Sólo vió una chica que ponía cara de buena. "Se lo daré a mi mujer que es la que está aquí cuando vienen a desayunar. ¿Para quién es?" "Para Alicia"

Lorenzo decidió hacer mucho más de lo que le había pedido y esa semana cada una de las lineamadrileñas de San Blas desayunó un café con fantasía: anticipos de cumpleaños, mensajeros motorizados... Descubrimos por qué muchos de sus clientes le llamaban Leopoldo. Estaba claro que no era la primera vez que trabajaba como agente doble.
El cónsul de Rwanda salió de su casa y se dirigió al café dónde había quedado con la pirada. Todavía no entendía qué iba a hacer allí, por eso la había citado en un lugar donde le conocían, por si la cosa se ponía fea y tenía que pedir ayuda. "¿Cómo habrá conseguido mi correo electrónico?" Ni la mismísima Ladycaña hubiera imaginado sólo siete días antes que aquella idea peregrina parida al aroma del microondas, concretada en la puerta de la oficina en los cinco minutos de sol y airecillo que marca el convenio y levemente matizada durante el tradicional cepillado de dientes en semijarras, pudiera materializarse tan fácilmente. Sólo hubo que incumplir una vez más el primer mandamiento de Lineamadrid (no entrarás en internet aunque no haya ni un alma ciudadana en toda la oficina) y comprobar que Google es un gran soplón a poco que se le pregunte mínimamente bien. Ahora estaba allí sentada en compañía de sus secuaces sanblaseras que no habían querido perderse aquel momento irrepetible, viendo cómo el cónsul abría la puerta de la cafetería y las saludaba con una mezcla de estupor y acojonamiento. Sólo había que darle el cd y fotografiarse en su compañía, pero decidieron aprovechar aquella oportunidad para pasar un rato entrañable, que es cómo son los ratos con los Rubaki. Ya en casa tunear la foto un poquito y enviársela a Berta en un e-mail en el que se le instaba a hablar con su padre si pretendía entender algo de todo aquello. Será mademoiselle, quién un par de semanas después, cruce la puerta giratoria del Hotel Intercontinental para entregar su regalo personalmente a El Buscador. Pero es que si estás buscando es difícil que te encuentren y hay que dejarlo en recepción.

Mientras saltaba el disparador automático en la cafetería, Vanesa se adentraba en la Galería Rina-Bouwen con la misión de entregar a Gabriel toda una dinastía de paquetes que se contenían a sí mismos a modo de muñecas rusas. Una vez desenvuelto y descubierto su cd, Gabriel debía guardar el resto del contenido a la espera de que alguien preguntara por Charlie.

Miren imprimió el documento adjunto como le pedía en el e-mail Ladycaña, a la que sólo conocía vía Facebook desde hacía unas horas y lo dejó todo dispuesto antes de marcharse a casa. Al día siguiente, su compañero llegó a la oficina de los primeros, como de costumbre. Sobre su mesa un mensaje. Javi es rápido. Poco después estaba tecleando el nombre de la galería y descubriendo que en google maps la dirección coincide con la de una sauna gay. Volvió a leer el mensaje: "cuanto más tarde, más duras". No sabe que son golosinas, ¡pobre!. Se alegra de ser rápido. Tan pronto como puede, se encamina hacia el lugar apretando el paso casi tanto como el esfínter. Oculto en su regalo, además del cd, una nueva misión: entregar el de Meteoro para que éste, le entregue el suyo a Babe. Tras delegar la misión en su mujercita, ésta da al traste con la "Operación Matrioska". Aprovechando la asistencia de ambos destinatarios a un concurso de tortillas, Nieves busca la complicidad de Marta para profanar el regalo, y dar a cada uno lo suyo, afortunadamente, no en mano. Es así como un cd se acomoda debajo de la almohada de Elisa y el otro en la mochila de Luis (que lamentablemente se queda sin jugar).

Viernes 6 de noviembre de 2009. Gema acaba de llegar a clase de percusión brasileña y se acerca al armario a coger su tamborim. Allí hay algo para ella. Algo que su compañero Paniwater ha recogido una hora antes en la recepción de la escuela de música, minutos después de que Ladycaña lo depositara. Mientras Gema disfruta de su piruleta, Ladycaña saborea su coartada. No muy lejos, asiste con otro de sus puntos cardinales al concierto de Javier Ruibal. Se hacen una foto para inmortalizar el momento. En ese instante, Isa ignora que tanto ella como su hermana recibirán sus respectivos regalos el miércoles siguiente cuando asistan a clase de flamenco. Ambas se encargarán de que Neida lo reciba el domingo en el partido de vólei quien a su vez tendrá que apañárselas para entregárselo a Pilus en el hospital donde trabajan.
Para entonces, Geles ya ha recogido el suyo en el mostrador de información de la clínica en la que pasa consulta por las tardes. Y Elena, adorablemente entregada a la causa, se apresura a facilitar la dirección de la nueva academia donde asistirá a clases de danza del vientre con Mar, para que Ladycaña pueda hacer el resto.

Javi y Laura encontrarán el suyo en la neverita de Aaron. Mari, lo descubre al enseñarle a Jesús el marco de azulejos que su prima por fín le ha hecho, después de un año de comprometerse a ello. Jorge, tras ejercer de chófer solícito como tantas otras veces, bajo el asiento del coche. Carmen debajo de su cama, algunos días después de inaugurar su nueva casa. Gema, que puede que para muchas otras cosas sea despistada, tiene siempre el radar encendido para detectar a su hermana la Lady en acto de servicio, y enseguida se percata de que hay un intruso en su bolso, por no decir que casi la pilla con las manos en la masa.
A día de hoy confieso que aún falta alguna entrega por hacer. Por lo que no descartaría que este año alguien recibiera un álbum doble.
Y creo que hubo gente que se los encontró en el buzón, pero ésa es otra historia.