12 octubre 2007

Octubre: Un año de diván

Viena, mayo de 2006. Con motivo del 150º Aniversario del nacimiento de Sigmund Freud se inaugura la exposición "El diván: sobre el pensar en postura tumbada". Según los organizadores, el mueble fetiche del psicoanálisis:
"...es un instrumento terapéutico que abre una amplia gama de estados psíquicos y de conciencia, entre el sueño y el despertar, entre el exceso, la extravagancia y el riguroso control moral, fomentando la libre asociación y la creación poética..."

¿Qué tipo de pulsiones ocultas llevan a alguien a crear un blog cuando ni siquiera sabe lo que es? ¿Tal vez un complejo de Electra no resuelto?¿un conflicto psíquico que ha preferido sublimarse a través de una página web antes que convertirse en histeria? Mi formación cognitivo-conductual y mi sentido común me sugieren explicaciones más prosaicas: la mejor forma que encontré de matar el aburrimiento un festivo nacional fue iniciarme en Blogger con una guerrillera hermana mía (lo cual dice muy poco en favor de las fiestas del Barrio de la Pili que este año van a tocar fondo sin que los Merinos hayan podido remediarlo).

Siempre me pareció que esos rectos divanes de las consultas de los psicoanalistas transmitían la misma frialdad que las mesas de los dépositos de cadáveres. El terapeuta te invita a reclinarte mientras se dispone, cual forense, a hacerte la autopsia emocional sin anestesia. "Mire su trauma, lo tiene enquistado justo aquí. Acérquese un poco a la luz que se lo extirpo."

De poder materializarse, mi diván tendría un diseño cálido y acogedor como éste. El único confortable para esos que, da igual tumbados que sentados, somos incapaces de resistir el impulso de enroscarnos sobre nosotros mismos. Para los que padecemos esta extraña discapacidad una silla convencional puede llegar a convertirse en un instrumento de tortura en el que ir alternando nuestro amplio repertorio de posturas imposibles. Transcurrido el tiempo de rigor que no suele exceder los cinco minutos, procedemos a subir los pies, flexionar las rodillas y rodearlas con los brazos (hasta que nos duele la espalda), sentarnos sobre una de las piernas que hemos conseguido doblar ingeniosamente bajo el trasero (hasta que ya no la sentimos y hacemos lo propio con la otra), emular el estilo indio con el que ambas piernas se duermen a la vez (produciendo simpáticos cosquilleos y trágicas consecuencias para la verticalidad) o ponernos de rodillas sobre el asiento e hincar los codos en la mesa (típica del estudio) para apoyar después los antebrazos y, acto seguido, la cabeza que también se nos quedará dormida. Cuando nuestra cabeza despierte, el resto del cuerpo aún no lo habrá hecho y puede que no lo haga nunca o que nos duela para siempre.

Sin embargo, un sillón así te permite enroscarte y desenroscarte a tu antojo pudiendo adoptar múltiples posturas cómodamente. Algunas tan freudianas como la posición fetal (ideal para ver películas) y otras, cabeza abajo y con los pies sobre el respaldo, capaces de colocarte gratis y transportarte momentáneamente fuera de este mundo. Un diván basculante en el que mecerte mientras divagas. Así sería sin duda, el diván de Ladycaña.

De momento, no es más que un cibersofá en el que sentarse a dar fe de esas ocasiones en las que la realidad supera a la ficción, desvelar la auténtica personalidad de esos seres fantásticos que van por la vida disfrazados de gente corriente (vuestros superpoderes os delatan) o fabular con los atisbos de magia que es posible vislumbrar durante el día o la noche. Y de algún modo, es una forma de practicar la hospitalidad de antaño. Tal vez sea cierto y este rincón virtual surgiera del deseo inconsciente de volver a ejercer de anfitriona. Hoy celebro que vuestras visitas hayan sido muchas más de las que cualquier espacio físico podría permitirme.

Bienvenidos

9 comentarios:

Anónimo dijo...

Cristal de hielo ("prima del oso panda del zoo"):
Yo quiero tumbarme en ese diván mullidito y echarme una siestecita!!

Abril dijo...

Los blogs son, muchas veces, nuestros psicólogos... personalísimos.

Carrie de Barbate dijo...

Gracias por dejarme pasar un año en el diván, y gracias sobre todo por hacerme partícipe de la campaña de fidelización a los clientes... tú sí que sabes.
Espero que el diván siga abierto mucho tiempo porque a este paso nos vemos todos sentados que no tumbados porque no cabemos.
Besotes

El Cuarto de Invitados dijo...

todo un descubrimiento tu diván.. siempre es un paseo agradable línea tras línea..

un diván tan acogedor sólo podría venir de ti..jeje

besos


(ayer hablé con la de polvoranca.. a ver si organizamos una buena!)

Anónimo dijo...

hola ladycaña:
Enhorabuena por tu año de diván a ki estaremos tus herpanas de la fede pa seguirte día a día....
no obstante quiero avisarte de que a pesar de tu aniversario a mí me debes un mes. te acuerdas? Necesito el mes de agosto pa completar mi calendario.
Te espero el lunes 22 tan herposa como siempre..

MUXUS GORDO

Anónimo dijo...

que envidia me das, yo solo tengo un trocito de sofa.
un sofa donde leo, escribo mis malos poemas, pienso...quizas demasiado, veo pelis (buenas y malas),duermo, hablo cuando me dejan y sobre todo me pongo a llorar cuando nadie me ve, como decia el otro.
que envidia de divan....yo solo tengo un trocito de sofa.

muicos.

Ladycaña dijo...

Mary: Mañana estoy allí con atuendo veraniego para signarte agosto, antes de que se me quite el colorcillo palmero.
Ángel: La de Polvoranca tuvo una especie de orgasmo sindical al enterarse de un rumor de huelga y casi me fríe el móvil a llamadas perdidas. ¡Y yo de vacaciones! No sé que vamos a hacer sin tí... Tenemos que ir a verte ¿Me dejaras probarme unos vaqueros de 200 euros? ¡Sí porfa, quiero saber que se siente!
Maricruz: Emocionantísima la entrega a domicilio. La Rubaki y yo en plan Batman y Robin (jajaja). Gracias a ti guapa.
Muicos: Estoy segura de que desde tu trocito de sofá se escucha una música estupenda. En este diván, nos encanta recibirte.
Cristal de Hielo: Si se entera tu chaiselongue se va a poner celosa...
Beijos

Niebla dijo...

Un año de mensajes casi indescifrables, de historias llenas de vida, de anécdotas que superan a la ficción, de buena música (que te trae el de El Círculo de Lectores a casa...) , sobre todo, de buena gente invitada y acogida por la mejor de las anfitrionas.

Que cumplas muchos más.

Flyingvolandas dijo...

Jo, un año ya! qué rápido se me ha pasado! El tiempo vuela cuando te lo pasas bien!!