07 mayo 2008

Mi lugar en el mundo

A algunos lugares sólo te llevan Las Musas.

Al llegar, puedes pensar que te has metido en una peli de Marisol, porque tienes la sensación de conocer a todo el mundo y de que todo el mundo te conoce, por tu nombre. No es una sensación. Es el bibliotecario que sale a tu encuentro por obra de la providencia y te cuela clandestinamente en su centro de trabajo para darte el DVD que necesitas, el que pensabas que ya no conseguirías hoy.

En ese lugar hay un bar y en el bar una camarera que te prepara amorosamente un bocadillo, después de darte un abrazo y de preguntarte qué tal te va la vida. Siempre has dicho que te encanta ese sitio, estás totalmente de acuerdo con el eslogan de las servilletas: es especial. Sobre todo, porque no puedes descubrir el misterio que hay detrás de que allí siempre suene la música que te gusta; más de una vez has pensado que te han quitado el mp3 y lo han conectado a los altavoces. Así que mientras ves como la camarera envuelve el bocadillo en papel de plata, te percatas de que estás escuchando por primera vez el nuevo single de Amaral. Pero no cabe sorprenderse, sólo sonreir.

Sobre los personajes que pueblan el consistorio, podrían escribirse tantas cosas... Y no sólo por lo que ven y oyen a diario en boca de la ciudadanía, sino por mérito propio. El caso es que sin que te lo pidan cumples con el ceremonial de seguridad y te despojas de tus pertenencias y pasas por el arco (¡del triunfo!) y a pesar de todo: ¡pitas! (es el cinturón por supuesto, no la boca). Así que te echas las primeras risas con el vigilante, que es además, ciberamigo tuyo y te permite el paso sin necesidad de que se te caigan los pantalones. Mdlle. Rubaki sonríe desde el punto y uno a uno vas saludando a toda la familia. Si hay algo que está claro es que sois familia, a ver si no por qué el padre de todo aquello se apellida como tú. Como ya es tarde y la familia ha comido, subes a la segunda planta a ver si con un poco de suerte hay algún funcionario disfrazado de ferretero que te quiera llamar subcontratada y echarte el sermón filosófico del jueves, que en tu honor, se adelanta al miércoles. Sólo echas de menos el sol reflejándose en el agua del estanque, y el reflejo proyectándose en el techo del office. ¡Ay! Esos pequeños placeres...

Creo que es suficiente para entender por qué estoy deseando pasar allí "mis vacaciones". Jefa/Mamá (eres tan joven...): Tal vez si les mando esto, la cúpula me entienda aunque no es para meter presión, es para agradeceros que sigáis estando allí.

San Blas genera adicción ¡Soy otra yonki más!