28 febrero 2007

Lunática perdía

(Historia de viernes, lunas que sonrien,
troyanos de Brasil y otros poderosos guerreros.
Requetebasada en hechos reales)
Febrero empezó con una luna llena preciosa que me hipnotizó al salir de La Paca, donde Barbie Ginger, el Ángel y yo habíamos estado afanados en confabulaciones sindicales. Mientras lamentaba no llevar la Nikon encima, me acordé de la cámara del móvil (menos es nada) y le hice una foto, como si intuyera que tardaría algún tiempo en volver a verla.

Mi ordenador andaba bastante pachucho, los avisos insistentes sobre los millones de virus que lo asediaban habían pasado a gritarme desde el fondo del escritorio ¡¡¡¡SERIOUSLY INFECTED!!!. ¡Bueno... bueno..., ya será menos! Era viernes y Fienna llamó para proponerme un cine, pero acabé liándola para que viniera a exorcizar el aparato. Con sólo un vistazo, le diagnosticó un exceso de profilaxis y se dispuso a desinstalar cada uno de los ocho antispyware que en algún momento yo había instalado (instalar ocho inconscientemente no es tarea fácil), tratamiento al que el ordenador respondió tirándose un pedo del que no se pudo reiniciar y que dejó una extraña atmósfera en la habitación (un pedo siempre es un pedo).

Al regresar a casa la noche siguiente, tras inspeccionar minuciosamente el cielo en busca de la luna y no encontrarla, me sorprendió la presencia de un troyano en mi cuarto, que parecía ser la materialización de las particulas que el ordenador había expulsado tan irreverentemente. "Da uma olhada nas fotos dessa festa muito legal..." me dijo. A algunos os sonará esta frase, es la que aparecía en el messenger como si yo la hubiera escrito. Mis conocimientos del brasileiro se limitan a lo que logro retener de los maestros sambistas y ponerme a ver fotos a esas horas no me apetecía mucho, así que le contesté cantando: "Vem me amar, me chamar ...Vem me pegar me levar... A uma festa a dois... " Y claro, ante aquel despliegue de artillería pesada, cayó rendido en mis brazos. El idilio fue tan fugaz como virtual, vamos que cuando me desperté ya no estaba. Me sentía como la Candela de "Mujeres al Borde de un Ataque de Nervios": Seguro que este troyano es un terrorista chiíta fan de Antonio de Pinto que ha venido a raptar a Selene".

Seguí buscando la luna cada noche sin resultado. Tal vez estuviera oculta por las nubes o la contaminación. A veces, veía iluminarse una zona y me acercaba, giraba la esquina, subía una escalera, pero nada. Tenía la sensación de que no era que no la viera, sino que no estaba. Volvía a ser viernes y había quedado con Caroline en el Café de los Signos para que me diera la invitación de su boda. Había un Cuentacuentos, Los Cuentos de la Luna (¿casualidad?). La narradora se movía de un lado a otro contando historias, parecía saberlo todo sobre el satélite perdido. Pero ninguno de sus cuentos desvelaba el misterio de adónde iba la luna cuando no estaba en el cielo.

El viernes siguiente, en la cena con las lineamadrileñas de San Blas el azar quiso que me encontrara al troyano. Había sentido la llamada de la farándula y se había puesto a currar de Dios del Olimpo en la Taberna Griega de la calle Tesoro. Al principio me costó reconocerle entre tanta pluma (y me dí cuenta de que lo de la otra noche sólo había podido ser un sueño), pero en cuanto abrió la boca identifiqué ese acento de Salvador de Bahía. Fijate, ¡allí había ido a parar mi troyano, haciendo de camarero-showman-pseudostriper para las lineamadrileñas de San Blas" (¡qué bochorno!). Por lo menos descubrí que aunque de inocente no tenía un pelo, no había secuestrado ningún astro.

Y de la luna, ni rastro. Recuerdo haberos preguntado a algunos si la habíais visto, y haber recibido respuestas difusas. Una vez más, el destino me ofrecía una posibilidad de ir a Cádiz el siguiente fin de semana, y me costaba decidirme: Cristalitos se negaba a acompañarme, 8 horas de autobús, el viernes concierto que no quería perderme del todo, bla bla bla. Finalmente me acerqué a la Estación Sur de Autobuses esperando encontrar algo que me ayudara a decidirme. "Queda una plaza". Dios, que señal más buena...¡gracias!. Salí del metro con una sonrisa, contenta de identificar las señales aunque no supiera adónde me llevaban ni lo que significaban. Y de pronto, sentí el poder mental del que Fienna siempre habla. Alguien me sonreía, desde el cielo. ¡LA LUNA! ¡Por fín! Esa forma, que siempre me parece una uña entonces me pareció claramente una sonrisa. Volver a ver la luna era una señal inmejorable y no sería la última:

Me voy al concierto y vaticino que la parte decisiva será hasta las once y diez (me quedé corta en 5 o 6 minutos). Con la satisfacción de haber escuchado lo fundamental, Chaouen me suelta en el momento justo para no perder el autobus ni aburrirme esperando en la estación pensando qué canción me estaré perdiendo. Ya en mi asiento, escucho como mi compañero de viaje le dice a un amigo "Ogni cosa al suo tempo" (y pienso ¡qué razón tienes!, o como diría la Rubaki "¡qué sabio eres!"). Se queda dormido y habla en sueños, y en dialecto, porque no volví a entender niente. Probablemente, me esté dando la clave de tanto misterio, pero harta de no poder descifrar su verborrea me conecto al mp3. No viajo sola, hay una sonrisa generosa en el cristal de la ventana. Va bajando, y al final desaparece, pero esta vez, estoy segura de que está cada vez más cerca aunque no pueda verla ya. Cuando me bajo del autobús, en Cádiz, me encuentro con un recibimiento escalofriante: ¡No lo puedo creer...!

Hoy se cierra el círculo: termina el mes de los 28 días, la luna completará su ciclo igual que mis hormonas han completado el suyo y justo hoy, un "poderoso guerrero", que trabaja de policía municipal en la vida real, tiene que presentar un registro y viene a mi junta. Le dan un número que salta en mi puesto. Me pide el teléfono, no se lo doy y vuelve para darme el suyo que sólo deberé marcar para poner una denuncia o cenar con él. La contraseña: "Dí que eres la princesa". "No, soy una bruja..." (pero ya se ha marchado). Hay más magia alrededor de la que puedo asimilar, pero que no falte nunca.

P.D: Si descubro que el poderoso guerrero es amigo de algún/a ladycañero/a bromista, mataré al que me lo haya mandado.

21 febrero 2007

Carlos Chaouen

Concierto en ClamoresViernes 23 de febrero a las 21:30
Allá que nos vamos con nuestras entradas "sin plena visibilidad".
Un adelanto del talento de San Fernando a sólo unas horas de estar, por fín, en Cádiz (Aalin, Niebla: ya no hay marcha atrás).

14 febrero 2007

El amor y la locura

Cuentan que una vez se reunieron todos los sentimientos y cualidades humanas. Cuando el aburrimiento empezaba a bostezar, la locura propuso jugar al escondite. La intriga levantó la ceja extrañada y la curiosidad preguntó: "¿Al escondite?¿Y como se juega?" "Yo me tapo la cara- explicó la locura -y cuento hasta un millón, mientras los demás os escondéis, y el primero que encuentre pierde".

El entusiasmo bailó con la euforia y la alegría dió tantos saltos que convenció a la duda, e incluso a la apatía, a la que nunca le apetecía hacer nada. La verdad no quiso esconderse ¿para qué, si al final siempre la encontraban?, la soberbia pensó que era un juego estúpido, aunque en realidad le molestaba que la idea no hubiese sido suya, y la cobardía prefirió no arriesgarse.

"Uno, dos, tres..." empezó a contar la locura.

La primera en esconderse fue la pereza que se dejó caer tras la primera piedra del camino. La fe subió al cielo y la envidia se escondió a la sombra del triunfo, que había logrado subir a la copa del árbol más alto por su propio esfuerzo. La generosidad no encontraba su sitio porque todos le parecían más apropiados para sus amigos: le cedió un lago cristalino a la belleza, el tronco de un árbol a la timidez, una ráfaga de viento a la libertad, y acabó ocultándose en un rayo de sol.


El egoísmo, en cambio, encontró un buen sitio desde el principio, ventilado, cómodo y sólo para él. La mentira se escondió en el fondo del océano (mentira, estaba detrás del arco iris) y la pasión y el deseo dentro de un volcán. El olvido, no recuerdo donde se escondió, pero el caso es que cuando la locura estaba contando 999.999, el amor aún no había encontrado un sitio porque todo estaba ocupado. Entonces divisó un rosal y decidió esconderse entre sus flores.

"¡Un millón!" contó la locura y empezó a buscar. Primero apareció la pereza a sólo tres pasos, después la fe que estaba discutiendo con Dios y a la pasión y el deseo las sintió vibrando en el volcan. En un descuido encontró a la envidia, y pudo deducir fácilmente donde estaba el triunfo. Al egoísmo no tuvo ni que buscarlo porque salió de su escondite que habia resultado ser un nido de avispas.

De tanto caminar, sintió sed y al acercarse al lago a beber descubrió a la belleza, y a la duda la encontró sentada decidiendo aún donde esconderse.
Así fue encontrando a todos. A la mentira, detrás del arco iris, y hasta encontró al olvido, que ya no se acordaba de que estaba jugando al escondite.

Pero el amor no aparecía por ningún sitio. La locura buscó detrás de cada árbol, en cada arroyo, en la cima de las montañas, y cuando estaba a punto de rendirse vio el rosal, movió las ramas con una vara, y escuchó un grito de dolor. Las espinas habían herido al amor en los ojos. La locura no sabía como disculparse, lloró, rogó, imploró y hasta prometió ser su lazarillo. Desde ese dia en que se jugó por primera vez al escondite en la tierra, el amor es ciego y la locura siempre lo acompaña.


07 febrero 2007

Febrero: Cristal de Hielo

Mis Puntos Cardinales I: La alegría

La popularidad de sus rizos y su talante siempre alegre tienen la culpa de que todo el mundo recuerde su nombre (Snowy, Cristal de Hielo, Sevein...), y es que a nadie le pasa inadvertida la paradoja de que la nieve tenga un aspecto tan caribeño. Ella, por el contrario, suele estar en apuros cada vez que alguien retorna del pasado y se la encuentra por la calle, porque como mucho le sonará su cara, dar con el nombre es una misión imposible. Si te tiene cerca, te tirará de la manga mientras masculla: "¿quién es?, ¿quién es?, ¿te acuerdas...?". Ya es tarde, el presunto conocido se aproxima y tú te preparas para asistir a una de esas situaciones tan embarazosas, pero ella no sólo sale airosa sino que te regala una clase magistral de cómo mantener una conversacion coherente sin saber muy bien con quién estas hablando.

No le cuentes un problema que te lo soluciona. Creo que esto tiene mucho que ver con aquella puntuación tan viril en un test que evaluaba si tu pensamiento era típicamente femenino o masculino. Después de comerte la cabeza con una de tus paranoias, acudes a ella en busca de consuelo, le cuentas el problema y te da la solución, que siempre es sencilla y evidente. Y tú, que puntuaste en el polo opuesto de la escala del test y que más que una solución buscabas a alguien que se comiera la cabeza contigo durante un rato, la miras perpleja porque se ha cargado tu pasatiempo sin haber pestañeado dos veces.

Lo primero que piensan sus pacientes al entrar en la consulta (algunos han llegado a verbalizarlo) es que se trata de una niña disfrazada de doctora. Ella es consciente de esto, no en vano ha estado pagando la entrada infantil de la piscina hasta hace poco, con el único atrezzo de unas coletas improvisadas en la cola de la taquilla y esa expresión de no haber roto un plato. La desconfianza del paciente desaparece ante el trato respetuoso y profesional que recibe. Aunque personalmente, pagaría por verles la cara si descubrieran el palote de fresa que lleva escondido en el bolsillo de la bata. Sí, efectivamente, es adicta a las chuches, pero en su caso la ingesta masiva de glucosa esta justificada, (tanta dulzura hay que reponerla...)

Su superpoder: Es hipersaboreadora. Yo estoy segura de que es verdad pero este dato siempre provoca escepticismo. Ella lo argumenta estadísticamente: “una de cada cinco personas lo es y de las cinco que estamos aquí la hipersaboreadora soy yo”. Así quedan justificadas sus rarezas alimenticias: nada de queso, evitar las salsas, que los ingredientes se toquen lo menos posible y una máxima categórica que ha empezado a desobedecer al cambiar de estado civil “si un niño no se lo comería, yo tampoco”.

De mis cuatro puntos cardinales, es la primera en cumplir años, ella que siempre será una niña, y los lleva tan bien, que consigue que a las demás se nos quite el miedo.

P.D.: No ha nacido el troyano que me impida darte a tiempo tu regalo virtual.

Desde el ciber:

¡Felicidades cariño!