30 noviembre 2007

Surrealismo

Dedicado al rey de lo bizarro, en el mes que cambió su vida.
Gracias por la magia, Capitán.

La culpa la tiene ese terrorista de la Animación Sociocultural que me da clase. Él no explica los temas, los fusila y sus supuestos prácticos rozan, como él dice, la criminalidad. Este lenguaje belicista expresado con la vehemencia de un telepredicador y sus sentencias demoledoras sobre nuestra materia de estudio ("Si yo quisiera desinformar a alguien sobre los recursos de la ASC le diría que se leyera el tema 22") no ayudan a relajar el ambiente de tensión que se respira en clase. Y si le echo la culpa de lo acontecido durante el mes, es porque nos ordenó que cerraramos la puerta a la realidad ("Una cosa es la realidad y otra muy distinta la oposición") que es como decir que esta oposición es surrealista, cosa que no dudo lo más mínimo.

Pero es que no es sólo la oposición. Toda mi vida ha alcanzado cotas insospechadas de surrealismo, seguramente por tomarme al profesor terrorista al pie de la letra. Es más guay ser rebelde pero yo admito que cuando me dan una norma que me parece coherente, me aferro a ella con uñas y dientes. Si otra persona me contara lo que he vivido este mes, pensaría que se trata de un sueño o de una peli de David Linch. Un compendio de experiencias inconexas carentes de toda lógica, que mi conciencia se resiste a etiquetar como reales.

La primera fue imaginar a Benigna, la de El Orfanato persiguiéndome con una botella de Coca-Cola de dos litros a cada toque de "pssssshhhhhhh" que se escuchaba en la soledad de mi casa. Hasta que pude comprobar como el "pssssshhhhhhh" me pulverizaba el cogote estando sentada en el retrete. En ese momento, un flash back con la voz de mi madre me dijo "si alguna vez estás en el baño y oyes un ruido no te asustes. Es el ambientador que se acciona solo". Pero ¿era imprescindible colocarlo para que el disparo te ejecute de un tiro en la nuca? Está claro que la efectividad de estos ambientadores de última generación reside en aniquilarte antes de que puedas hacer nada maloliente.

La segunda, el Curso de Voz que se reveló como la experiencia más esotérica de mi vida. En lugar de los predecibles nódulos, disfonías y demás afecciones de garganta, que si la energía cósmica, el yin pa un lado, el yang pa'l otro, que si tomamos aire por el tercer ojo y lo expulsamos por la mansión del poder, aquí el centro de la energía vital, ahí el centro del espíritu... Algunas frases de este curso quedaran grabadas en mi memoria para siempre: "Los zapatos impiden nuestra conexión con la tierra. Por eso, la ducha es fundamental, nos conecta con la tierra a través del desagüe." El curso incluye prácticas de canto difónico y un monográfico sobre la terapia del sonido y el análisis de voz, cuya artífice es una señora muy mayor experta en el uso de las nuevas tecnologías que se califica a sí misma de quimera entre otras muchas cosas. Mis deberes no son menos excéntricos: componer cuatro nanas, una para cada estación del año.

Esta realidad irreal me puso en la tesitura de tener que personarme a la vez en tres sitios diferentes el sábado 17. Como no debo de tener los chacras lo suficientemente abiertos como para hacer eso, cometí el pecado mortal de faltar a la formación de mi empresa y opté por el Curso de Sexualidad para Jóvenes Sordos. El remate de mi desfachatez fue contestar la verdad al supervisor cuando me preguntó el motivo de mi ausencia, en vez de enviarle un justificante médico falso en cuyo caso el reglamento dice que aquí paz y después gloria. Ahora pretenden que acate un doble castigo: descontarme el dinero por no haber asistido y trabajar el 31 de diciembre (por decir la verdad, supongo). ¿Surrealista? No tanto como el comunicado en el que me informan de unas ofertas de Orange exclusivas para trabajadores de la empresa que consisten en renovar mi móvil por los mismos modelos y en las mismas condiciones que tendría sin trabajar para ellos.
El Curso de Sexualidad también tuvo lo suyo: la misteriosa desaparición de un diafragma cuyas dimensiones desafían los cánones de la anatomía femenina humana y el consecuente temor de que mi curso de salud sexual-reproductiva desatara el mayor foco de infecciones de transmisión sexual de la historia de la comunidad sorda. Por cierto, uno de los participantes de mi curso, se me apareció a primera hora de la mañana el otro día en el metro de mi casa, acompañado de un señor sordociego con el que mantenía una animada conversación en lengua de signos apoyada. El diafragma se me apareció también afortunadamente.
Y como colofón, Gabuto en un intento por convertir mi locura en irreversible ha empapelado mi barrio con minibenignas como la de la foto. Esto me ha dado la oportunidad de comprobar que si bien es imposible no esbozar una sonrisa al cometer estas travesuras, es más imposible aún contener la carcajada al recibirlas. Cuando descubrí la primera en el aluminio de la puerta del metro casi tengo que ser atendida por el Samur: por el ataque de risa, inexplicable para los que esperaban el ascensor, y por la bronca que me montaron los dos individuos que entraban en el momento de sacar la foto.
Sin duda, hay una lección que extraer de todo esto: si la realidad puede convertirse en sueño es que los sueños también se hacen realidad.

25 noviembre 2007

Mía para romperte

70 mujeres muertas en 2007 a manos de sus parejas. Ya son más que en 2006 y no ha terminado el año. El dato es aún más espeluznante si tenemos en cuenta que sólo es la cúspide de la pirámide del maltrato, en cuya base hay un número exponencialmente superior de conductas de dominio y control sobre la mujer, menosprecios, manipulaciones, humillaciones, amenazas, insultos, abusos, palizas... Cifras que no recogen los periódicos.

La Pan-"Carta a un maltratador" de Forges lo expresa perfectamente:

"Si me quieres...no me grites, no me insultes, no me ignores, no me pegues, no me violes, no me mates... ¡quiéreme!"

21 noviembre 2007

Noviembre: Los sabios bajitos

Las canciones que nos cantan de niños nos marcan para siempre. La más maternal de las sanblaseras sigue comprobando en sus hijas los efectos relajantes de cantarles La Mariposa de Lole y Manuel, diecisiete años después.

Dice la profesora del curso más raro que he hecho en mi vida, que cada persona tiene su propia melodía. La forma más natural de expresarla es cantarle una nana a un niño porque en la base de esa nana, está la música que nos identifica a cada uno.

Seguro que todos los niños reconocen esa música en cada una de las personas que les cantan. Probablemente, yo misma a su edad lo hacía también y sin embargo, a mis años, me parece un descubrimiento fascinante. Aprendemos muchas cosas al hacernos mayores, pero tal vez olvidemos las más importantes. Tenemos mucho que desaprender.

Ayer fue el Día Mundial de la Infancia. Un beso a todos los pequeños que nos ayudan a redescubrir el mundo a través de sus ojos.

Y sobre todo a Alejandro, que hoy cumple un año. Ya sé que esta foto se ha quedado anticuada, que andas sin ayuda, que imitas a todos los animales, que llamas a papá, que sabes hacer el ruido de la moto, que nos entiendes cuando te preguntamos dónde están los juguetes, que les haces burla a los otros niños cuando lloran (eres un macarra...) y que cuando oyes piiii piii en Madrid, crees que es porque viene el del pan, como en el pueblo.

Hoy no podré ir a verte pero hazme un hueco este finde, que tienes que enseñarme muchas cosas.

Muchas felicidades, peque.

01 noviembre 2007

Ángeles de Amor

De poco sirve despotricar contra Halloween, y como no hay mayor desprecio que no hacer aprecio, me propuse ahuyentar de mi casa el espíritu de Benigna (esa pionera del trabajo social de "El Orfanato" que protagoniza mis terrores nocturnos botella de Coca Cola en mano) y me dispuse a releer a Zorrilla para percatarme de que los versos más apasionados de El Tenorio no son los de las escenas de amor.

El que se las prometía tan felices en el primer acto...

"Con que no paséis afán,
de aquí adelante por mí,
que como vivió hasta aquí
vivirá siempre Don Juan"

...acaba revelándose contra el mundo después de implorar por su amor con la novicia:

"Llamé al cielo y no me oyó,
y pues sus puertas me cierra,
de mis pasos en la tierra
responda el cielo y no yo"

Entonces recordé un titular que leí no hace mucho: "La mejor fórmula de reinserción de un joven es la novia". ¡Ea! Otro servicio a la comunidad que prestamos las mujeres de manera gratuita.

El citado ejemplo de Doña Inés con un Don Juan que parecía incorregible o el de su prima hermana francesa, Madame de Tourvel, con el Vizconde de Valmont, demuestran que son las mojigatas las más eficaces en la ardua tarea de redimir crápulas, ya que lo consiguen casi sin proponérselo. Mucho tendrían que aprender de ellas las que andan malgastando sus buenas y malas artes en modificarle la conducta al respectivo. La literatura tiene otro ejemplo claro de que cuanto más te empeñas, menos consigues y me lo sirvió en bandeja la parrilla televisiva la otra madrugada: Desideria la de la "Pasión turca". Desi chica, no se puede ser más patética. El Yaman es una buena pieza, pero casi hay que darle un premio por aguantarte.

Es una pena que a Doña Inés y a su prima les aguardara el mismo trágico final. Así que si alguna está reinsertando a su chico que tenga mucho cuidado de no dejarse la vida en ello.