13 septiembre 2008

Las Noches en Blanco

"... la actual edición versa sobre la idea de la ilusión. La Noche en Blanco invita a los madrileños a descubrir una nueva ciudad, metamorfoseada por el arte y tejida de fantasías que, por unas horas, confundan nuestros sentidos. Una noche compuesta por las ensoñaciones de quienes participan en lo que se ha convertido en la mayor celebración cultural de la ciudad."

Soy una fanática de La Noche en Blanco. Y sé que esta declaración hará que alguien vuelva a tacharme de corporativista, pero me da igual. Estas noches se han creado para disfrute de los amantes de lo público y de lo gratuito. Aunque no sólo vayamos nosotros y se apunte un montón de gente (más amante de protestar que de otra cosa) que no parará de refunfuñar en toda la noche: que si hay aglomeraciones, que si dos horas de cola para ver esto, que como no salga ya el funambulista este me voy a cagar en toda su familia...

De hecho yo pediría que el año que viene todo fueran falsos reclamos. Que nos anuncien una Noche en Blanco llena de espectáculos que no se hagan. En blanco blanco de verdad, vaya. Lo único que me disgusta de esa noche es que se gaste tanto dinero cuando lo que hace falta no cuesta nada: la luna en el cielo y la calle llena de gente. Lo demás casi me sobra. Pueden mantener algunas cosas que seguro costaran poco dinero: evacuar Madrid pasando por debajo de la Puerta de Alcalá (y poder tocarla), los patos de goma flotando en la Cibeles, los besos en la fachada del Palacio de Correos, Raimundita corriendo por las habitaciones del Palacio de Linares, Ariuca haciendo una performance en Lavapiés y el Diente de León, para proyectar de un soplo en las fachadas del Paseo del Prado que "una es más auténtica cuanto más se parece a lo que ha soñado de sí misma", que es una gran verdad que le debemos a Almodóvar y a la Agrado. Cuando éstas son las expectativas, a una como mucho le puede disgustar que haga más o menos frío, pero se lo pasará bien seguro.

Tal vez la falta de ambición me haya llevado a encontrar en el conformismo la fórmula de la felicidad. De esto espero que tomen nota los Navarros y compañía y no vuelvan a hacerme nunca un regalo caro (si me envolvéis unos azulejos, como Gabuto y Sevein, me sentiré igual de feliz y menos culpable). Los momentos felices de la vida, probablemente sean escenas muy simples: una tarde patinando en Chamartín con tus compañeros de instituto, unas magdalenas y un chocolate caliente en el autobús de vuelta de Montejo de la Sierra... y tantos otros. Siempre pensé que la compañía era un factor decisivo, pero cada vez es más frecuente que la felicidad me encuentre sola (Rubaki, te hago responsable de haberme llevado por este camino sin retorno) ¡soy una huraña feliz!

Me obsesionaba encontrar una canción para este post que es el tercer y último homenaje del verano a la luna llena. El azar o el destino me han descubierto a otra Niña de Fuego, de quien no voy a difundir el nombre porque estoy en esa fase de veneración de los ídolos en que no quieres compartirlos con casi nadie y en que no te perdonas que ese disco exista desde hace dos años y te acabes de enterar ahora. Su canto a la luna, a medio camino entre lo sagrado y lo salvaje, entre el aullido y la oración, es exactamente lo que buscaba. Soy plenamente consciente de a quién le debo este hallazgo. Así que ¡gracias! como dice Chaouen "al sol por su luz y a la luna por todo lo demás".

07 septiembre 2008

El Balcón de Sanabria

"San Martín de Castañeda
espejo de soledades

tu lago recoge edades
de antes del hombre y se queda
soñando en la santa calma
del cielo de las alturas
en que se sume en honduras
de anegarse ¡pobre! el alma"

"San Manuel Bueno, mártir", Miguel de Unamuno (1930)

Dice la leyenda que hay un pueblo sumergido en el lago. Tal vez el que hay arriba sea su reflejo.

Hablar del pueblo es algo reservado a los autores de las loyas y a los pastores que las cantan. A los demás sólo nos queda opinar, y yo opino que lo mejor que le puede pasar a una loya es que la componga mi primo mayor y que la cante mi primo pequeño. A ver si se me concede pronto ese deseo.

La lírica que hemos heredado se la debemos a la abuela, que se conocía todas las coplas del pueblo. Ésta nunca se la oí cantar a ella, pero a mí es la que más me gusta. Y por fín la tengo.