21 septiembre 2007

La vuelta al cole

La secretaria de la academia se acordaba de mí."No sé que te ha pasado, pero está claro que ha sido bueno. Servicios a la Comunidad ¿verdad...?"
Impresionada por la memoria prodigiosa más que por el cumplido (sé que se debe a que voy a volver a dejarme una pasta en su negocio): "No. Voy a picar más alto: Intervención Sociocomunitaria. Grupo A." y acompaño una mentirijilla "Yo tampoco sé qué me ha pasado" seguida de una declaración de intenciones "pero sí sé lo que me va a pasar: voy a aprobar la oposición".

Este post forma parte del plan. Todo el mundo debe saber que estoy estudiando. Una vez hecho público no hay marcha atrás. Esta treta siempre me funciona por un motivo que me enorgullece (odio faltar a mi palabra) y otro que me avergüenza (me importa demasiado lo que piensen los demás). Así estoy vigilada por todos. Se lo dije al bibliotecario: "No me dejéis salir antes de las ocho" y hay días que ya ni siquiera me da cuartelillo cuando entro y me acerco remolona al mostrador buscando conversación. Me rechaza casi sin mirarme: "A estudiaaaar...." y cabecea de lado señalando la escalera que conduce a la sala de lectura, como si estuviera rematando un córner. Resoplo, pero yo me lo he buscado. Igual que la Pitufa que mira la hora antes de cogerme el teléfono y echarme la bronca: "¿Qué haces que no estás estudiando?" .

En realidad, después de haber tonteado con otras oposiciones, tengo que reconocer que mis 69 temas son una bendición. Y encima, mi compañera de batalla, me los suministra con toda la picardía del mundo: primero los de discapacidad (¡Carol, tú si que sabes!).

Septiembre incita a retomar la lista que hicimos a principios de año. A poco más de tres meses para que se venza el plazo, no voy tan mal. Cumplí la amenaza de ganar los Goya, aunque no fuera en exclusiva. A Carolina, le hago menos caso del que se merece, pero me la he llevado de vacaciones. Para el flamenco tengo día y hora y será una realidad en cuanto llegue octubre. Los intentos frustrados de acceder a ventajosas hipotecas, han resultado ser experiencias altamente motivantes para el estudio. Me imagino visitando a la bruja de las mechas con una holgada nómina de funcionaria y despidiéndome de ella, mientras juego con su tarjeta entre mis dedos como hacen los magos con los naipes: "Tengo que estudiar otras ofertas. Me lo pienso y si me interesa ya te llamaré." Son las palabras que hacen que ella se vuelva muy, muy pequeña.

En cuanto a tí, Lord Vermú (molaría que te llamaras Iván "El Iván de Ladycaña") el cuarto propósito reclama toda mi atención. Si estás cerca... ¿podrías darte una vuelta hasta agosto del año que viene?

14 septiembre 2007

Septiembre: Fienna

Mis Puntos Cardinales III: La intuición

"Mouchos, coruxas, sapos e bruxas......Forzas do ar, terra, mar e lume, a vos fago esta chamada:si e verdade que tendes mais poder que a humana xente,eiqui e agora, facede cos espritos dos amigos que estan fora,participen con nos desta queimada."

"Nuestro cerebro tiene capacidades que desconocemos por completo. Está demostrado que sólo utilizamos un pequeño porcentaje de nuestra capacidad mental" Bien. Todos de acuerdo, hasta que alguien en cuya camiseta se puede leer "Lola forever" acepta el reto y clava sus ojos en una nuca anónima intentando hacer que su dueño se gire, sin éxito. Esto, lejos de echar por tierra la afirmación de Fienna, pone de manifiesto que su incrédulo amigo no ha sido agraciado con las mismas dotes paranormales. Sólo que ella emplea términos más rigurosos (y crueles) para decírselo "lo que pasa es que tu capacidad mental sí es limitada", a lo que Sevein apostilla "Pa'mi el brownie y pa'ti la vainilla". ¡Minipunto y punto para el equipo de las chicas!

Escogió una carrera de ciencias y fue instruída en las bondades del método científico. Pero por algún motivo, Fienna ha ido desarrollando un escepticismo cada vez más marcado hacia lo empírico y una confianza acérrima en lo intangible. Mi opinión es que hay algo en sus venas, seguramente la sangre, que la conecta con la sabiduría de los gitanos y las meigas.
A menudo, después de una charla con ella acabo pensando lo mismo que cuando salía de los exámenes de filosofía de COU "No sabía que supiera lo que he dicho". Da igual con qué pequeño y cotidiano detalle comience la conversación, que antes de darnos cuenta estamos teorizando sobre el sexo de los ángeles (conozco a alguien más, a quién le encantaría vivir contigo porque eres un gran estímulo intelectual). Y aunque discrepemos en gustos u opiniones (he cometido, entre otros, el pecado de que me guste "Hable con ella" ) coincidimos en algo muy importante: ambas somos fanáticas de la introspección y eso hace que sepamos muy bien cómo funciona nuestra cabeza. Yo creo que tanta paja mental explica las recurrentes migrañas que padecemos, pero ella insiste en echarle la culpa a los lácteos por razones bioquímicas que se me escapan.

Es una mujer de principios: como odia a Penélope Cruz no votará una película protagonizada por ella aunque eso signifique perder la quiniela de los Goya. Con el mismo idealismo, ni se plantea siquiera comprar una casa porque se niega a pagar un precio inmoral por una vivienda. En eso le sobra razón. Lo triste es que si la burbuja inmobiliaria la oyera, seguramente contestaría burlona "¡Uhhhh! ¡Mira como tiemblo...!" Aunque si la pompa ésa se encontrara con Fienna en el pasillo de su casa y osara dirigirle la palabra antes de su café matutino... con una sola mirada se cagaría de miedo y explotaría de una vez por todas.

Cocinera experimentada, cinéfila empedernida y ochentera nostálgica. Asidua al gimnasio cuando el trabajo se lo permite (no puedo evitar imaginarla con la cinta en la cabeza y los calentadores al más puro estilo Fama ensayando esas coreografías).
Más de una vez vió como el día de su cumple transcurría íntegramente en el coche de sus padres volviendo de Galicia, en aquellos viajes interminables de la era "pre-Autovía del Noroeste". Tal vez por eso, no deja pasar un año sin celebrarlo con una fiesta a la que, tras leer atentamente o conxuro da queimada, ya no sabría decir si nos convoca o nos invoca. Sea como sea, allí estaremos.
¡Muchas felicidades!
Te linko la canción. Ariuca nos ha confirmado que también es una de sus favoritas pero parece tener unos problemillas con Blogger que le impiden comentárnoslo en primera persona.

07 septiembre 2007

"Por San Blas a los yonkis verás"
(El Punto 0)

Qué gran verdad, ésta de mi amigo Niebla. Las únicas cigüeñas que vemos por allí son las del cheque bebé y sin embargo, los consumidores habituales de sustancias ilegales nos visitan tan frecuentemente que se sienten como en casa, hasta el punto de dejarse el hachís en el control de seguridad para que se lo vigilen. Esto nos ha permitido conocer a personajes tan singulares como los que ya hemos bautizado como el Muelas y el Pelao. Media mañana en la sala de espera viendo pasar los números y por fin, cuando sólo quedaban ellos:

- Teníamos cita con el médico.
- Pero... no es aquí. Esto es el Ayuntamiento
- ¡Lo ves, tío! Ya decía yo que vaya centro de salud más raro...

El Muelas, yonki insigne del barrio, intenta desintoxicarse con la ayuda del Pelao, presunto exadicto, quién lejos de vigilar la abstinencia de su pupilo suele ir aún más colocado que él. El Pelao, que cree que se las sabe todas, aprovecha la menor ocasión para sacar a relucir que es funcionario (su cargo en Proyecto Hombre como "tutor" del Muelas se le ha subido a la cabeza) y que conoce muy bien la Administración. Prueba de ello es que acaba en el Ayuntamiento cuando pretende ir al Centro de Salud.

Valga este ejemplo para tener una idea general de lo que acontece por el distrito 20. Si además te toca ponerte en el Punto 0 el espectáculo está garantizado (por eso se lo piden los cordis). Desde allí, tienes un palco de honor para presenciar la llegada a la meta de los que, después de un año y medio cerrando a las cinco, siguen entrando a las 13:59 rindiendo su particular homenaje a "Carros de fuego". Y a continuación, la prueba del detector de metales. "Llaves y móvil encima de la mesa, el bolso por el escáner". Si siguen pitando después de hacer todo esto se oyen confesiones de lo más variadas. Desde las habituales "es la hebilla del cinturón", "llevo botas con puntera de acero por el trabajo" , "el marcapasos"... hasta las insospechadas "Me pita la boca" sobre las que no conviene indagar.

El caso es que consiguen llegar hasta el mostrador de información. Y ahora quién debe someterse a la prueba eres tú. Sin lugar a dudas, los sanblaseros han hecho un pacto secreto por el que están dispuestos a perder la vida antes de llamar a las cosas por su nombre. Hemos conseguido descifrar algunas de sus consignas: "certificado de apareamiento" para el de empadronamiento, los naturales de Zhejiang (China) usan "seltificado de pipí" para lo que suponemos es un "certificado de vivir" y cuando piden "un balón" suelen querer un padrón. "Quiero cambiar el dormitorio" y "vengo a apadrinar a mi marido" son las claves para el cambio de domicilio y para empadronar al cónyuge respectivamente. Para las compulsas: "he traído los originales para que me los cortejen" o "para que me los computen". También hay quienes para no darte trabajo, se traen el número de su casa (el que les dieron ayer en Cajamadrid o el de la carnicería, lo mismo da).

Un hallazgo. ¡Lineamadrileños del mundo! Hemos descubierto por qué hay que repetir tantas veces las instrucciones del empadronamiento. Nuestro error es empezar la explicación con "Tiene usted que rellenar esta hoja". Ahí el ciudadano se bloquea, como bien sabemos no lo confiesa inmediatamente pero no tiene boli. Tú le vas marcando donde debe firmar exhibiendo descaradamente ante sus ojos tu bolígrafo del que no pueden apartar la mirada (es como jugar con comida delante de un hambriento) "Ponga aquí su dirección,... aquí sus datos, firme aquí..." Marcas bien cada "aquí" hasta dejarle un puntito de tinta, a veces una cruz, como con recochineo. Y empiezas a soltar la perorata "...debe traer una factura de luz, agua, gas o teléfono fijo a su nombre..." que ya no puede escuchar porque está hipnotizado con tu Bic al que persigue ansiosamente con ambas manos, como si estuviera cazando una mosca.

Todo es culpa nuestra. Si no fueramos tan cortitas, una palabra mágica pronunciada enérgicamente con acento francés, por ejemplo, "pelotego" (= pelotero), debería bastar para deducir que el señor acaba de adquirir un local y quiere información sobre la licencia necesaria para montar un mar de bolas de ésos donde los niños celebran los cumpleaños. Y como la urbanística está de vacaciones: "Suba al Negociado de Licencias en la primera planta." A esto alguno repite: "Vale. Subo a la primera planta y pregunto por el negociador". Tú aprietas los labios y asientes con la cabeza (sí por favor, por el negociador, que se van a descojonar...)

Pero no hay mayor intriga que cuando un jubilado asegura que, ayer por la tarde, recibió una llamada en su domicilio en la que una voz misteriosa y desconocida le convocaba a presentarse hoy sin falta en el Ayuntamiento para algo que no le dijo lo que era. Esto es más frecuente de lo que imagináis: "Me dijo que tenía que venir a traer algo... ¡No... no, no! Que viniera... a recoger algo..." Con instrucciones tan precisas cabe hacerse cualquier pregunta pero a ti solo se te ocurren dos: ¿habrá firmado la CIA un convenio con el IMSERSO? ¿el teléfono de este señor se autodestruiría después de la llamada?

Teniendo todo esto en cuenta y sabiendo que no hay nadie que se llame así en la oficina, cuando una señora te dice: "Vengo a ver a Jesús", sabes exactamente cómo debes empezar a sondear: "¿se refiere a Nuestro Señor?".

Y esto es sólo el Punto 0. Desde ahí hay que derivar a puesto donde empieza otra aventura.

¡Ay Pelao! El día menos pensao salimos por televisión.


(Continuará...)