31 mayo 2007

À bientôt, Rubaki!

"Me he fijado en una pareja de chinos que me encuentro en el metro por las mañanas. Entran juntos y antes de llegar a los torniquetes se despiden. Ella pasa y él se queda mirándola desde la taquilla. Antes de que empiece a bajar las escaleras mecánicas, la llama para decirle adiós de nuevo y no se va hasta que ya no puede verla. ¿Eso es amor verdadero, no?"

El día que me contaste eso, me hice un esguince de pestaña por querer retener la lágrima y me dí cuenta de que me habías mentido. Nadie que esté aburrido existencialmente es capaz de identificar el amor verdadero a las ocho y media de la mañana, por mucho que lo tenga delante de las narices. También comprendí que no había que hablar mucho para que nos entendiéramos, aunque yo tenga incontinencia verbal y tú seas tan parca en palabras. Sorprendentemente, has hecho auténticos derroches léxicos conmigo, gracias por concederme ese honor. De todas formas y como tú bien sabes, el ritmo de nuestras conversaciones lo marca Q-Matik e incluso los días en los que la afluencia de público es masiva, siempre hay una conversación inacabada entre los puestos 4 y 5.

"Ya sé a dónde me voy. A Malta"
J23. Mientras imprimo el volante de empadronamiento, estoy segura de que esa decisión tan cabal la tomó tu dedo ayer por la tarde mientras hacías girar la bola del mundo con los ojos cerrados. Te miro con cara de no entender.

"Es por el inglés"R17. Coloco la etiqueta al registro convencida de que te estarás refiriendo a la nacionalidad del XY que ocupa esta semana ese coranzoncito tan caprichoso que tienes.

"El idioma".
Aclaras tú con cara de "por supuesto".

(Se va a Malta a aprender inglés). Eso es lo suficientemente surrealista como para que tenga todo el sentido del mundo. Aún no se ha ido la R17 y me estás mirando con impaciencia. Ya sé lo que te pasa ahora. Acabas de enamorarte apasionadamente del último chico que has atendido, al que has visto durante un minuto y diecisiete segundos y al que olvidarás dentro de seis minutos y medio, cuando atiendas al que entra ahora por la puerta y también te enamores de él fugaz y apasionadamente. Eso, querida Rubaki, sí que no es amor verdadero.

Cuando soy yo la que espera a que termines de atender para decirte algo, me toca escuchar cosas del tipo: "No señor, ya le he dicho que no soy dominicana" o "Le falta una fotocopia, si me da 10 céntimos se la hago yo". ¿Para qué vas a explicarles que el dinero es para echarlo en la fotocopiadora? ¡Con lo divertido que es dejarles creer que una presunta funcionaria se saca un sobresueldo a base de hacer fotocopias a 10 céntimos!

¡Ay! Ya te advertí que llevo muy mal lo de echar de menos a la gente y mira el caso que me has hecho. Todos te echaran de menos por aquí, yo además, cada vez que me cruce con la pareja de chinos por la mañana..., ¡ufff, ufff, ufff ! tendré que mirar para otro lado.

Desde este blog, accesible desde cualquier ciberlugar del mundo, seguiré apelando a tu sabiduría a la espera de que pierdas el miedo escénico.

¡Feliz aventura!

22 mayo 2007

Mayo: Un cuento para Alicia

Para entrar en el País de las Maravillas, Alicia (la del cuento, y de ahí su signo) tenía que superar las tres pruebas del fauno de Moana:

“Sólo oirás la mitad. De lo que dice la gente un 50% es bueno y el otro es malo. Así que has de decidir qué es lo que quieres oír. Si eliges bien, habrás superado la primera prueba”- y el fauno desapareció.

Lo siguiente que oyó fue al médico certificando que era hipoacúsica. Y como el acento formaba parte de la mitad que no había oído, contestó: "Pues claro que soy poco acusica, ¡chivarse está muy feo!"

El fauno dio por superada la primera prueba y planteó la segunda: “Para acceder al País de las Maravillas debes demostrar tus poderes mágicos”. Y ella se concentró tanto en sus futuras vacaciones en la playa que una fuerza misteriosa empujó el vaso de su compañera y el agua se derramó formando una enorme ola que inundó la cafetería. Debo aclarar que las cafeterías potencian los poderes de Alicia, en una de ellas enamoró a un príncipe disfrazado de camarero a primera vista. Pero el empeño de algunos en “minusvalorar” sus poderes (patentes a la hora de cuadrar los números o interpretar al teléfono) la confunde, por lo que no reconocerá al príncipe azul a menos que venga a caballo y con el disfraz apropiado, el de su culebrón favorito.

Por último, el fauno, a falta de laberinto, la llevó al acueducto de su pueblo para proponerle la última prueba: "Ahora deberás encontrar la puerta del País de las Maravillas."

Cada día, Alicia busca esa puerta mientras recorre la distancia que separa sus dos mundos, el de los que oyen y los que no, en el autobús de la Sepulvedana. Ella nunca se ha sentido del todo cómoda ni de un lado ni del otro. Ojalá el fauno le hubiera dado una tiza como a Moana para dibujar esa puerta y tras ella, un país imaginario, a medio camino del silencio. En el trayecto que separa su casa y su trabajo, Alicia despega los pies del suelo y va recreando el País de las Maravillas en su cabeza sin darse cuenta de que lo lleva dentro.

Gracias por ser tan ladycañera, Ali. Tú vales más.

¡FELICIDADES!

15 mayo 2007

Agua, azucarillos y agua ardiente

Ya que en su día no celebré Halloween por ser una fiesta de importación, creo que como mínimo le debo un post a este San Isidro que está dando los últimos coletazos. Y a falta del video del Pichi de Rocío Dúrcal (que estaba en Youtube pero algún anglosajón resentido habrá quitado) pongo Por la Calle de Alcalá, aunque yo linkaba Las Leandras enteritas. ¿Que no se puede ser más hortera?, pues.... en realidad... creo que sí que aún puedo serlo más.



Además, aquí cada uno ha celebrado San Isidro como ha querido (no somos chulos pa' eso): Meteoro se aventuró a conseguir una de las 4000 sillas habilitadas para escuchar a Haendel mientras se lanzaban los fuegos artificiales, los convecinos de Ariuca asaron sardinas en las zonas ajardinadas de ésa su comunidad y Mdlle. Rubaki, haciendo un esfuerzo de socialización, se desplazó a la remota y masificada Pradera de San Isidro en busca de unas rosquillas, tontas y listas, y una ermita, la del Santo, que no logró encontrar (las rosquillas no sé pero la ermita es que se movía de un lado a otro intentando evitarte, ya te lo he dicho).

Y ya que tuve que trabajar el lunes y dar número a 886 ciudadanos madrileños, lo hubiera celebrado a gusto si el Ayuntamiento me hubiera dado un traje de chulapa para estar en el punto de información. Así habría amenizado los 30 minutos de espera para conseguir el duplicado del recibo del IVTM con algún tema de la Verbena de la Paloma, aunque no tuviera a la Casta para hacerme los coros (tenemos uno por allí clavadito a Don Hilarión, que seguro que se hubiera animado a cantar conmigo). Estoy a tiempo de proponerlo para el 15 de agosto, a cambio eso sí, de una subida salarial. Lo mismo consigo más público que "la Panto" y tengo que llevármelos a La Peineta.