22 junio 2010

Por la puerta grande

De cómo me procuré la salida de un club selecto.

Siempre hay varias formas de hacer las cosas, aunque te digan que sólo hay una:

"La única forma de darse de baja es que nos traiga firmado su compromiso de no ejercer en el ámbito de la Psicología, una vida laboral actualizada y su carné de colegiada".

Me iba y revolvía los cajones buscando el dichoso carné que sólo recordaba haber usado para hacerme pasar por estudiante y entrar, a mitad de precio, en la Acrópolis de Atenas. Pedía la vida laboral y firmaba el compromiso, pero para cuando quería volver a la 4ª planta del número 4 de la Cuesta de San Vicente, ya me habían cobrado otro semestre. Yo me prometía que ésa sería la última cuota. Caía en la trampa de pensar que podría apurar esos seis meses y disponerlo todo para darme de baja justo antes de que me volvieran a dar el palo. Ellos, por su parte, cumplían encomiablemente durante otro medio año su labor que parecía consistir exclusivamente, en atascar con los números de su revista el cajón en que mi madre guarda las cartas que aún me llegan a su casa.
Así habían transcurrido más de tres años repitiendo ese ritual cada junio y cada diciembre, cada junio y cada diciembre, como una maldición. El lunes se cumplía un nuevo plazo para evitar el próximo recibo y mi recién adquirida habilidad mental para transformar euros en muebles de baño o de salón, me dió un ultimátum. Así que me fui a la 4ª planta del número 4 de la Cuesta de San Vicente con una vida laboral desactualizada (la única que había podido conseguir) y sin carné de colegiada pero con un plan que consistía en peinarme muy poco y exponer mi curriculum, sin pudor:

"Desde que dejé mi puesto de técnico en la Casa del Silencio, trabajo como pitonisa en el Ayuntamiento tratando de adivinar lo que quieren mis usuarios o traduciendo sus peticiones del sanblasero al castellano cuando se animan a verbalizarlas. El mayor logro que he alcanzado recientemente en el trabajo es haber sido galardonada con la banda de Miss San Blas "Huesos Elegantes" por tener la clavícula más marcada de la oficina. Me he propuesto desaprender todo el inglés que me enseñaron, pero admito que desaprender un idioma por completo y perfeccionarlo del todo son tareas igualmente complejas. Soy compositora de nanas, fabricante de espejismos y secuestradora de vírgenes, peluches y esqueletos de cartón. Padezco un trastorno obsesivo-compulsivo que me obliga a tender cada prenda con dos pinzas iguales que contrasten o conjunten, según el día, con el color de la ropa. Y en cuanto al carné... no lo he encontrado pero tengo éste, de lunática, porque aquí dónde me ve soy hija de la Luna Nueva que es una cosa superimportante que descubrí recientemente gracias a este calendario que es la referencia bibliográfica que primero consulto cuando me animo a desentrañar alguna de las psyques que me rodean..."

Yo seguía hablando pero hacía ya un rato que la señorita se había percatado de su error (sí que había otra forma de darse de baja) y se apresuró a aceptar mi solicitud y a tramitarla con máxima urgencia por si se me ocurría pasarle consulta a algún paciente esa misma tarde. Y bueno, me fui de la 4ª planta del número 4 de la Cuesta de San Vicente pensando que quizá alguno de mis profesores estaría orgulloso de esa otra forma de salirme con la mía.