... y lo que Alicia encontró allí
"Ahora, si me prestas atención, te contaré todas mis ideas sobre la casa del espejo. Primero, ahí está el cuarto que se ve al otro lado del espejo y que es completamente igual a nuestro salón, sólo que con todas las cosas dispuestas a la inversa... todas menos la parte que está justo del otro lado de la chimenea. ¡Ay, cómo me gustaría ver ese rincón! Tengo tantas ganas de saber si también ahí encienden el fuego en el invierno... en realidad nosotros desde aquí, nunca podremos saberlo, salvo cuando nuestro fuego empieza a humear, porque entonces también sale humo del otro lado, en el otro cuarto.... pero eso puede ser sólo un engaño para hacernos creer que también ellos tienen un fuego encendido ahí. Bueno, en todo caso, sus libros se parecen a los nuestros, pero tienen las palabras escritas al revés: y eso lo sé porque una vez levanté uno de los nuestros al espejo y entonces los del otro cuarto mostraron uno de los suyos.
(...) Juguemos a que existe alguna manera de atravesar el espejo; juguemos a que el cristal se hace blando como si fuera una gasa de forma que pudiéramos traspasarlo. ¡Pero cómo! ¡Si parece que se está empañando ahora mismo y convirtiéndose en una especie de niebla!! ¡Apuesto a que ahora me sería muy fácil atravesarlo!. Mientras decía esto, Alicia se encontró con que estaba encaramada sobre la repisa de la chimenea, aunque no podía acordarse de cómo había llegado ahí. Y en efecto, el cristal del espejo se estaba disolviendo, deshaciéndose entre las manos de Alicia, como si fuera una bruma plateada y brillante.
Un instante más y Alicia había pasado a través del cristal y saltaba con ligereza dentro del cuarto del espejo."
Lewis Carroll
"No hay voz, ni grito, ni llanto en este mundo que pueda ser oído hasta que alguien lo escuche"
31 diciembre 2012
31 enero 2012
Avatares contra Platón
"Dentro de nosotros hay algo que no tiene nombre y eso es lo que realmente somos" Ensayo sobre la ceguera. José Saramago.
Ya decía Platón que la idea, la esencia, el mundo inteligible, ése que es el único que existe realmente, es inalcanzable, y que la realidad no es más que un reflejo de todo eso. Esos reflejos de realidad nos gustan más o menos en la medida en que sentimos que se identifican con ese algo que no sabemos dónde está, ni cómo se llama, pero que es lo que realmente somos. Cada día se nos reflejan un sin fin de realidades. Muchas pasan tan lejos de esa parte nuestra que ni nos enteramos. Otras se nos oponen diametralmente, se quedan mirándonos de frente sin que podamos ignorarlas y aunque respetan la distancia, se burlan de nosotros, sacándonos la lengua, sacándonos de quicio. Algunas se nos acercan de puntillas. Van recorriendo muy despacio un camino que parecen conocer. Se dejan examinar con miedo a ser descartadas de un manotazo en cuanto nos disguste el color que adopta su luz en un determinado punto. Si las dejamos llegar hasta el final, acabarán acurrucándose al abrigo de lo que no sabemos dónde está, pero ellas sí, y será muy dificil que se muevan ya de ahí. Y muy rara vez, se nos cruza algo que nos enamora a primera vista. Con la precisión de un misil disparado vía satélite, se nos clava tan profundamente en la esencia que lo confundimos con nosotros mismos y creemos que nos pertenece. Si eras de los que confiaba en Platón, sientes unas ganas incontrolables de ir a ponerle una reclamación: "¡Oiga! Un misil acaba de impactar contra mi esencia inalcanzable ¿me lo explica?" Más tarde o más temprano, pero en cualquier caso antes de encontrar a Platón, te das cuenta de que si no fuera por el sin fin de cosas que toleras, te gustan, te disgustan, te estremecen, te exasperan, te obsesionan, te conmueven, te irritan, te enloquecen, te repugnan, te apasionan... no serías más que un avatar desinformado de cómo ser tú.
Soy más guapa que ella. Lo imaginario siempre es más perfecto. Fui la imagen de una colonia que comercializó Zara hace 10 años. De los cinco prototipos de chica Inditex de Don Amancio, fui la única a la que permitieron tener el pelo ondulado y despeinarse la coleta. Me consta que Gabuto no tardó en comunicarle hasta qué punto detesta los dibujos de Jordi Labanda, tan odiosamente perfectos. Por suerte para su amiga, Gabuto sabe de muchas de sus muchas imperfecciones. Según ella, me escogió porque tengo la inconfundible expresión de alguien que está tramando una misión. Bueno, sería por eso y porque yo soy más guapa.
Ya decía Platón que la idea, la esencia, el mundo inteligible, ése que es el único que existe realmente, es inalcanzable, y que la realidad no es más que un reflejo de todo eso. Esos reflejos de realidad nos gustan más o menos en la medida en que sentimos que se identifican con ese algo que no sabemos dónde está, ni cómo se llama, pero que es lo que realmente somos. Cada día se nos reflejan un sin fin de realidades. Muchas pasan tan lejos de esa parte nuestra que ni nos enteramos. Otras se nos oponen diametralmente, se quedan mirándonos de frente sin que podamos ignorarlas y aunque respetan la distancia, se burlan de nosotros, sacándonos la lengua, sacándonos de quicio. Algunas se nos acercan de puntillas. Van recorriendo muy despacio un camino que parecen conocer. Se dejan examinar con miedo a ser descartadas de un manotazo en cuanto nos disguste el color que adopta su luz en un determinado punto. Si las dejamos llegar hasta el final, acabarán acurrucándose al abrigo de lo que no sabemos dónde está, pero ellas sí, y será muy dificil que se muevan ya de ahí. Y muy rara vez, se nos cruza algo que nos enamora a primera vista. Con la precisión de un misil disparado vía satélite, se nos clava tan profundamente en la esencia que lo confundimos con nosotros mismos y creemos que nos pertenece. Si eras de los que confiaba en Platón, sientes unas ganas incontrolables de ir a ponerle una reclamación: "¡Oiga! Un misil acaba de impactar contra mi esencia inalcanzable ¿me lo explica?" Más tarde o más temprano, pero en cualquier caso antes de encontrar a Platón, te das cuenta de que si no fuera por el sin fin de cosas que toleras, te gustan, te disgustan, te estremecen, te exasperan, te obsesionan, te conmueven, te irritan, te enloquecen, te repugnan, te apasionan... no serías más que un avatar desinformado de cómo ser tú.
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