08 julio 2008

Aalin, en los alrededores de la alegría

Cuando la suerte sonríe a quienes lo merecen tanto, nuestra forma de entender el mundo se ve reconfortada.
Gracias, Aalin, por retroalimentarme.

La intuición ya le había dicho que no había que buscar más, pero una noche, mientras esperaban en un semáforo, sintió la necesidad de hacerle la gran pregunta:

- ¿Subirías a la luna?

Lejos de sorprenderse, él pronunció cada palabra con la seguridad de quién conoce la única respuesta posible:

- Sí, a visitarte de vez en cuando

En ese instante, mientras él comprendía que había estado esperando esa pregunta toda su vida, ella tuvo la certeza de que le había encontrado.
De una primogénita se esperaba que fuera responsable y que, por ejemplo, estudiara derecho. Era lícito que, después, quisiera convertirse en defensora a ultranza de las causas más perdidas y poner su sentido de la justicia al servicio de la locura. A saber: ¿Que un vendedor de cuero de la Latina quiere interponer una demanda contra el tendero de al lado por un motivo tan surrealista que soy incapaz de reproducir (ni entender por más que Aalin me lo haya contado multitud de veces)?, pues allá que va ella a testificar, aunque todo lo que la relacione con semejante litigio sea que un buen día pasó por allí y desde entonces hayan pasado más años de los que la memoria de un testigo puede soportar.

Por encima de las expectativas que pretendían atarla a la realidad, Aalin siempre supo que su principal misión en la vida era ejercer de hermana mayor. Y esto, en su caso, consiste en ir por el mundo protagonizando historias surrealistas y contarlas envueltas en esa risa grande y contagiosa para deleite de la alegría y sus alrededores. Si te montas en la risa de Aalin puedes hacer el ascenso del Sella mientras el resto del mundo, envidioso, lo desciende irremediablemente.

No hay disparate que lo sea tanto como para que Aalin no se lo plantee: comprarse una "casicasa", elegir salvarle la vida al estuche en lugar de a su amiga, tratar de redimir al yonki que la está atracando, andar 100 kilómetros en 24 horas (cada vez son más los insensatos), adelantar una considerable suma de dinero a un apartado de correos en contestación al reclamo del periódico "TRABAJE DESDE CASA HACIENDO OSITOS DE PELUCHE" ... o esa gran contribución al mundo carnavalesco: el metadisfraz. Esta idea revolucionaria consiste, ni más ni menos, que en disfrazarse de algo y ese algo de otra cosa. Ilustrémoslo con un ejemplo: tú te disfrazas de hada, y el hada, a su vez de..., pongamos por caso... ¡Gandalf! Para cualquiera que te vea, el hecho de que lleves no menos de tres identidades encima resulta, como mínimo, muy entretenido. Como el orden de los factores no altera el producto, no pueden evitar plantearse si tal vez fue Gandalf quien quiso disfrazarse de hada y el hada de Aalin.

¡Qué bien se lo va a pasar Martín con una tía tan loca!


¡¡¡¡Felicidades!!!!

1 comentario:

Anónimo dijo...

Una vez más las historias de Aalin narradas por Ladycaña han hecho que Alegría se desternille de la risa.
El Capitán Iglo se asusta cuando me dan los ataques de risa porque cree que en una de esas sale el pequeño Martín disparado a conocer el mundo que le espera.
Para no variar Aalin está en otra de sus aventuras (tribunal de oposición) y el otro día le entró la risa a carcajada limpia delante de una "loca opositora". Ya os contará.